lunes, febrero 20, 2006

A leguas de lenguas

Navegando por la vía lactea, aterrizé en la Tierra en busca de información sobre una nueva nave que esta atacando a ciertos individuos del planeta Holeunismo. Para mi sorpresa, encontré en las orillas del rio Loira una hoja del diario de Spiel.

Adoradísimo Diario:

Ahora si fue. ¿Puede alguien arrepentirse de haber abierto la boca por el bien de la historia? Yo quiero ser una posibilidad. No estoy preocupado. Estoy como feliz, pero expectativo. Diario, fui yo quien le contó a la reina Isabel sobre la verdadera existencia de América, sobre sus secretos e historias. Hasta ahora, la reina se ha hecho la guevona, pero esa información puede ser violada. Ella sabe que yo conozco la tierra que queda en la mitad de Europa y la India. Mientras tanto, tengo que soportar la ignorancia de Cristobal Colón y su expedición por "el otro lado". No puedo creer que la reina no haga nada, pero tambien me parece prudente de su parte. Diario, yo creo que mi información no va a servir de nada; y si llega a servir, será para que Isabel muera tranquila. Es tanto el cariño que le tiene a ese marinerito que no va a hacer nada para desilusionarlo. Yo conocí esa tierra. Sé sus secretos más intimos, su población y sus mitos. Juro que Isabel cree que tendrán esas tierras para toda su vida. Le explique el futuro y lo que ellos llamarán Independencia... pero parece que preferirá la ilusión de Cristobal que la de mantenerse alejado de América. Además, el sapo de Vespucio jurará que llevará su nombre por eso, sin saber que la misma tierra se pondrá como se le de la gana.

Ayy Diario... solo me queda esperar que dejarán esa tierra sola. Por su bien, Cristobal no puede descubrir a América.

11 de Octubre de 1492

S.S.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mientras tejia ese entramado mental que se empobreciá a bocaradas, cada vez que lo exterior era un mazazo y la conciencia se le disolvia en la tacañeria de aquel espacio que ocupaba entre la pared y la lluvia, su figura iba adquiriendo la calidad de lo patético hasta convertirse en una especie de sinsalida en cuyo fondo brillaba la sombra de las sombras...