jueves, septiembre 29, 2011

'My only witness'

"... Volvió con un cuchillo. Sin pedir permiso, la tomó del brazo y empezó a acariciarla lentamente con el frío metal de su nuevo compañero. El sonrió mientras la veía inmóvil y suplicando para sus adentros que terminara todo esto de una vez. Para su estúpida fortuna, el decidía a demorarse unos minutos más con su pálida textura, su quieta mirada y ese movimiento flácido de perderlo todo en lo menos esperado. Dudó en escapar de sus murmullos, mientras el se tomaba unos segundo para comparar su lista con lo que se encontraba en la mesa. No faltaba nada, y en realidad era bastante obvio pues su suerte se había quedado perdida unos árboles atrás y sus agallas orinaban la mesa por cuarta vez.

Observó, con el poco tiempo y orgullo que le quedaban, el cuarto donde se llevaría acabo su sacrificio, pues la resignación a morir trata de darle crédito y estatus al personaje que escribirá el final de nuestros días. El recinto era simplemente (o tenebrosamente) impecable: iluminado a la perfección, calentado hipócritamente por un fogón y los adornos eran mínimos. Cada cosa, estaba distribuida no bajo los parámetros de el sino tal y como el libro lo subrayaba una tras otra, tras otra vez. En ese instante de distracción personal, un hedor a quemado entró en sus fosas y con ella, la desesperación.

Fue ahí, y por su suspiro, donde ella sabía que todo saldría mal para ambos; era la primera vez que cocinaba pescuezo de gallina."

Testimonio guardado en el caso de Shalom Hernández por pérdida de exámen final y matrícula condicional

miércoles, septiembre 28, 2011

Al final, tenía que volver

El desvelo a vuelto y me ha traído de nuevo a esta página, que tal vez sea un poco sintética, mas su fidelidad a logrado guardar las aventuras de Spiel y mis gritos internos que, siempre al final, logran salir de una vez por todas.
Ahora sin máscaras ni plantillas, pero con un poco de tecnología, este mundo se transforma en lo simple y lo propio. No quiero tener que decorar este espacio, porque nunca he tenido que decorar ninguna vivencia.
Siempre la felicidad o la tristeza, nos trae de vuelta al mismo lugar: al desvelo de una necesidad por escribir sobre eso o, peor aún, sobre ellos.